domingo, 10 de julio de 2011

sentires de un turolense en Kenya

Mi compi de viaje se sienta a un lado de la cama con cierta expresión de desespero.. Se pregunta como es que aquí no hay agua corriente, y como puede ser que hoy se acabó incluso el que había acumulado en los varios pozales que se encuentran afuera, saliendo a mano derecha.. No entiende porqué tiene que sortear las defecaciones de pato doméstico de la entrada cuando salimos descalzos a lavarnos los dientes o lavarase a cubetazos de agua fría en la mañana..


No comprende exactamente porqué el único mueble de la casa es una mesita para el televisor o porqué hay que comer el pescado con platano machacado con las manos..

De camino al orfanato me habla de sus frustaciones higiénico-horario-culturales mientras yo le escucho divertida; compartiendo sus desventuras con algo más de optimismo (o quizá resignación bien llevada.. Será la edad?)..

Pero desde que ve las primeras manitas que nos saludan a lo lejos su cara cambia radicalmente y de repente entiende otra vez porqué vale tanto la pena estar aquí.... Sabe sin dudarlo medio segundo que no importa que la comida de hoy incluya una novedad de consistencia chicletosa y color gris oscuro, o que nuestra ropa haya cambiado totalmente de tonalidad.


Los cuerpecitos que van sumándose a nuestro alrededor van dibujándole una sonrisa cada instante más aunténtica, y le hacen olvidarse incluso de los riesgos más temidos.. y así sin necesidad de nada de lo que normalmente necesitaría en casa, de repente, entiende que es feliz..

Y es así como trancurre el día: a base de puros chutes de sonrisa directos a la aorta ..

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