Empezar el día

A las 5 más o menos el canto del gallo.. Y a partir de ahí lo onírico se mezcla con lo mombasiano en una lucha por seguir descansando un poco..

La espuma encima de la que mi espalda sufre en silencio se ha amoldado totalmente a mi dormir de anoche, así que moverse no es una opción..

La red antimosquitos sigue bien atadita a la cama así que los pequeños insectitos odiosos hoy perdieron la partida..

El olor punzante del relec ha ido cediendo protagonismo en el tiempo y le da ahora paso al del desayuno.. El día nace con un poquito de luz y las primeras dosis de ritmos radiofónicos..

Fuera, los niños ya salieron al patio a jugar y se escuchan sus inconfundibles (y a la vez universales) gritos y carcajadas..

Durante la espera alimenticia (aunque ya decidí que aquí esperar no tiene sentido.. que los espacios hay que llenarlos de momentos nuevos) una tropa de gallos decide compartir espacio con nosotros e invade la estancia principal por unos instantes antes de verse perseguidos por un par de piernas enérgicas..

Ya sentados en la alfombra recibimos ansiosos el plato con las tortitas tipo crêpe que desayunamos.. Normalmente se comerían solas, a palo seco, pero decidí sacar el bote de nocilla, así que mientras dure habrá acompañamiento..

Antes de empezar y después de comer nos lavamos las manos con el cazo y el jarrón que han llegado junto con la comida.. La más importante es la mano derecha, con la que teóricamente uno debería poder hacer toda la operativa sin necesidad de la otra..

Yo lo intento pero todavía hay alimentos que se me resisten..

Después del papeo, la obligada pastilla contra la malaria, y acto seguido el cubo azul: nuestro proveedor oficial de agua limpiadora.. Una "ducha" para empezar el día con renovada fuerza...